Ahora ando en amor con Shakespeare, .... aparte de deleitarme, Shakespeare me intriga... quien con tal claridad plasma sentimientos tan profundos y complejos de una manera tan sobria y hermosa?. En mis cuarenta.... edad que creo, le dá al que los vive una cierta perspectiva a lo menos respetable, no me explico cómo un solo hombre, en una solo vida, en solo un cuerpo y con solo espíritu, pudo crear tal obra.
SONETO 2
Cuando asedien tu faz cuarenta inviernos
y ahonden surcos en tu prado hermoso,
tu juventud, altiva vestidura,
será un andrajo que no mira nadie.
Y si por tu belleza preguntaran,
tesoro de tu tiempo apasionado,
decir que yace en tus sumidos ojos
dará motivo a escarnios o falsías.
¡Cuánto más te alabaran en su empleo
si respondieras : - « Este grácil hijo
mi deuda salda y mi vejez excusa »,
pues su beldad sería tu legado!
Pudieras, renaciendo en la vejez,
ver cálida tu sangre que se enfría.
Soneto 110
¡Ay! Es cierto que anduve, de un lado para el otro, que hice de mí, un payaso, a la vista de todos, que herí, hasta mi amor propio, malvendiendo mi estima y a mis viejos amigos con mis nuevos afectos.
Y es cierto que he mirado, la verdad de reojo, 5 y tal como a un extraño, mas a pesar de todo, saqué a mi corazón más joven de estos lances y me enseñó que eres, tú, lo mejor que tengo.
Hoy todo concluido, acoge nuestro amor, sin fin y te prometo no aguzar más mis ganas, 10 en lances por poner a prueba a un viejo amigo, a ese dios del amor, al cual me he consagrado.
Acógeme, tú que eres, lo mejor de mi cielo, en el lugar más puro y dulce de tu seno.
Soneto 29
Cuando caído en desgracia ante la Fortuna y los hombres
y en soledad lloro mi condición de proscrito,
y perturbo los indiferentes cielos con mis lamentos;
y en soledad lloro mi condición de proscrito,
y perturbo los indiferentes cielos con mis lamentos;
cuando me contemplo a mí mismo y maldigo mi destino,
deseando parecerme a otros más ricos en esperanza;
ser tan hermoso como ellos, y como ellos disfrutar de muchos amigos;
cuando envidio el arte de aquél, y el poder de este otro,
descontento de lo que más placer me da.
deseando parecerme a otros más ricos en esperanza;
ser tan hermoso como ellos, y como ellos disfrutar de muchos amigos;
cuando envidio el arte de aquél, y el poder de este otro,
descontento de lo que más placer me da.
Y cuando hundido en estos pensamiento casi me desprecio,
de pronto, felizmente pienso en ti, y toda mi alma,
como la alondra que asciende al surgir del día,
se eleva desde la sombría tierra y canta ante las puertas del cielo.
Porque el recuerdo de tu dulce amor me llena de riquezas,
y en esos momentos no cambiaría mi destino por el de un rey.